domingo, 10 de julio de 2011

Justicia en esta vida, el tesoro que todos queremos encontrar.

Luces, humo, cigarrillos, uñas postizas, droga, tristeza, alcohol. Esa mujer, con cuerpo de melancolía y alma de niña pequeña. Ese cuerpo, repleto de cicatrices, marcas personales, el recuerdo de todos esos hombres que llenos de lujuria y ganas de sexo desenfrenado, la tocaron, la maltrataron, la ultrajaron. 18 años, constantes violaciones, nadie nunca dio la cara por ella, tiene una tarifa de bajo costo, dado que la zona no es la mas apreciable. Vestidos desgarrados al igual que su alma, cada noche, de clientes y dolor se llena. Gritos y amenazas, su vida cotidiana, nunca sintió placer, puesto que con ningún hombre de esos quería estar. ¿Quien define lo bueno y lo malo? ¿Ella? ¿Tu? ¿Yo? Si existía un Dios, pedía que se hiciera presente y salvara su cuerpo, dado que sentimientos, ya no tenía. Puñaladas infinitas en el aura de recuerdos, todo el ambiente estaba basado en personas y momentos que la hicieron quien es ahora. Tuvo uno que otro novio, cuando mucho, siempre los dejaba por pena, pena de que vieran sus moretones, pena de que supieran la verdad de su vida, pena de mostrar quien era esa chica que no hablaba con nadie, nunca. Quería dejar salir todos sus pecados, todos sus errores, todos esos demonios, todo el odio, quería ser feliz, salir de allí, huir, lejos, donde nadie supiera donde estaba sonriendo. Noches de pasión, allá, aquí, en todos lados, no existe misericordia, no existe compasión, despreocupación, todo es un placer, violación, eso es un placer, ateísmo, eso es un placer. Corrupción, menores de edad, carcajadas llenas de maldad, esa era su vida, su día a día. Sus mañanas sin sol y sus noches sin una gota de luna, el cielo oscuro, lleno de arrogancia y perversión, nadie era capaz de redimir un pecado. Burdeles, hoteles, bares, sexo, anarquía, lesbianismo, nada estaba bien, todo para ella era normal, nada le sorprendía. Seguía, muy en su interior, siendo aquella pequeña a quien papa tocaba donde no debía, a quien su mama golpeaba porque quería, aquella niña que en vez de jugar con sus amigos del barrio, tenía que ayudar a su mama a vender droga. ¿Difícil? Nunca se quejó, si al caso vamos. ¿Llorar? El dolor es un impedimento para eso. Culpable, no es la sociedad, maldita sociedad, repleta de incoherencias que hacen felices a los infieles e impuros de corazón, culpable no son sus padres, pues el vicio les ganó la batalla contra la vida, contra la crianza de esa criatura, nadie es culpable, aquí las segundas oportunidades son la excusa perfecta para crear aquella ilusión de felicidad que tanto buscamos recrear, porque si, todos queremos ser felices, menos ella, ella solo quiere morir, quiere sentir paz, quiere dejar de sufrir. Huérfana de pensamiento, de estrategia, todos somos ciegos a la hora de ayudar, de solucionar, ella solo quería haber deseado algo bueno, cuando vio la estrella fugaz que alumbraba aquella noche oscura y asqueada, todos somos cómplices, todos disfrutamos del dolor de los demás y aún asi, somo "humanos", políticos y ejemplos a seguir, amas de casa y empresarios, asi se rige la falsedad de las masas, nadie busca corazones rotos, llenos de violación y humildad. Silencio perpetuo, nadie sabe como suena su voz y en servilletas escribe su nombre y en servilletas les digo, que esa mujer, esa mujer soy yo.

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