sábado, 26 de julio de 2014

Canción de cuna para despertar.

El viento vuelve a soplar en la dirección contraria alborotando tu cabello, tu dulce cabello con ese aroma tan peculiar que desmaya mi alma en un agujero entero de placer. Y camino a tu lado pero no contigo, ni sin ti, solo a tu lado, donde no estoy cerca, no estoy lejos, no estoy. Mientra pasan las horas, quisiera devolverme a la anterior para convertirte en eterna y mía. 
Conocí tu sonrisa y antes de poder suspirar ante ella, ya estaba sumergida en tu cuerpo, urgida de tus caricias y de lo imposible que resulta amarnos. 
He repetido de manera incansable que me rindo, que no puedo más y que te dejaré ir como lo haces conmigo aunque el solo pronunciar tu nombre implique retomar fuerzas desde la punta de mis pies hasta las huellas de mis dedos que se mueren por recorrer tus curvas y aferrarme a ti dejando que tu intensidad se cole en mis venas como un veneno que solo me hará bien aunque jures que me dañarás. 
No desgastes la piel en alguien más cuando yo estoy aquí por ti, sintiendo celos de todo aquel que se rinde ante tu belleza y la perfección que con ternura creas lentamente. Quiero florecer en tu piel y crecer solo para morir formando parte de ti, de lo que representas. 
Eres la respuesta a todas mis preguntas, eres el acertijo más difícil y una palabra sagrada de pronunciar. Eres la fe del ateo y la gula del vicioso. 
Quiero bailar al compás del olor de tu cuello, quiero hacerle el amor a tu aura para aclarar su color y que las hojas que caigan de los árboles te regalen amaneceres entregada a la espesura de tus caderas, tus gruesas pero mías caderas. Bailemos al son del silencio y recordemos porqué no podemos estar, porque nunca estuvimos y porqué no pensamos que estaremos. 
Entrégame el néctar que tienen tus labios que lo comeré con calma, disfrutando cada gota, llenándote de ti para bien y para mal; para ser blanco y ser negro; para ser tuya y ser mía. 
No me dejes consumir ilusiones que soy alérgica a las canciones de Arjona y la tequila después de entender cada vez que prefieres ser libre aunque tus cadenas pesen más de lo que puedes soportar. 
Sé que eres una maldición cual sirena que envenena mis deseos más profundos, seduciendo mis escalofríos y mis defectos hasta elevarme a una nube formando un trono de abrazos en los que seremos uno solo con el doble de latidos, más veloces, más excitados, más nuestros. 
Déjame saber como en tu espalda puedo convertir la pasión en verbo, dejándote como el sustantivo más delicado. 
¿Cuál es el tiempo para dejar de soñar en tus ojos claros, en la arena de aquella playa que tocaste con tanto afán? ¿cuándo es idóneo para dejar ir las estrellas que pintaba en tu vientre y remarcaba paseando por tus piernas? Quiero dejar de ser manta por miedo a la costumbre, mi costumbre cuando la tuya es querer pasar frío por temor a romperme, ¿para eso estoy? Eres el secreto que quiero que todos sepan porque me enorgullece haberte regalado toda la arena de mi reloj, mis momentos, mi atención, mi imaginación para los detalles, mi todo pero simplemente... En esta historia una persona no es héroe y muchos menos suficiente.