viernes, 10 de enero de 2014

Siendo tuya.

Tengo demonios, demonios incontables, amigables, despreciables pero demonios al fin. Mi alma es el alojo para la simulación de un infierno que solo yo puedo ver pero que estaría dispuesta a mostrarte a ti por todo este amor que lucha contra las lagrimas que luego de imaginarnos entre besos bajo la lluvia y acciones sensualmente clichés, dejaron de emerger por mis ojos color miel que tanto dices que te encantan. Espero de esta vida muchísimo más que una cotidianidad porque simplemente no nací para amarte todos los días de la misma manera, en la misma posición, ni con las mismas palabras. Quisiera que todo dentro de mi estuviera en orden para poderte explicar con lujo de detalles como es que enloquezco cada vez que me hablas, me tocas o para explicarte porque necesito tener tiempo a solas, tiempo sin ti. Nunca es tarde para recoger los fragmentos de recuerdos de la tarde en la que tu sonrisa se convirtió en el verdugo por el que me dejaría lastimar sin arrepentirme luego como también espero que nunca sea tarde para acortar todas las distancias que separan el lazo irónico que une nuestros pensamientos en un solo grito ahogado de piedad incesable que necesita tenerte cerca para reiterar que eres mi lugar seguro, mi paz, mi calma y todo lo que necesita el ser humano para sonreír al menos 12 horas al día. 
Las disculpas, las gracias y todas esas pequeñas palabras que repito incansablemente por tanta paciencia dedicada a la enmienda de mis errores, por tanto amor basado en el encuentro fortuito del latido de nuestros corazones medicados por pastillas de consuelo y cadenas que deberán amarrar la imaginación para no anhelarte tanto, para no pensarte tanto para no creer que estás aquí, a mi lado, justo al amanecer cuando con locura me haces sentir la mujer mas afortunada del mundo porque más que tenerte a ti, me tengo a mi. 

La unión compleja de nuestras miradas al momento de encontrarse en la eternidad que tanto te prometí bajo las sabanas del mejor secreto que he podido guardar, con un esfuerzo invaluable porque quisiera, gritar y gemir de placer. Placer en el alma, placer en el cuerpo que te desea, te espera y quiere que baste un abrazo, un "te amo" para que tus problemas de achiquen, para que el tiempo se detenga con tu mano sobre la mía, para que seamos solo tú y yo rodeados de un mundo que nunca comprenderá desde cuando siento que mi estomago estallará cerca de tus caderas interminables, vociferando lo que siempre quisiste oír: Que no hay nadie más perfecto que tú, que el vaivén de tus curvas es el pecado de todo ser puro. 

Al igual que tú, la vida es una sola y si he de desperdiciarla, que sea haciéndote el amor más de la cuenta, que sea inventado nuevas formas de hacer florecer el amor desde tu ombligo. Si he de desperdiciarla, que sea siendo tuya.